La humanidad está produciendo y consumiendo de una manera alarmantemente insostenible y en este artículo vas a descubrir la solución, pero antes me gustaría ponerte en contexto. Piensa en un bosque, lleno de flora y fauna de todos los tamaños y donde adentrarse es un auténtico estallido de fuegos artificiales para los sentidos, que te llena de armonía, felicidad y tranquilidad.
Aunque no lo veas, todos los organismos trabajan de manera sincronizada, todo está relacionado y tiene un porqué. Imagina la hoja de un árbol, que llegado el momento al árbol ya no le es útil y la deja caer porque ha cumplido su función. Se posa suavemente en la superficie junto a otros miles de hojas formando un manto que arropa al suelo y lo llena de un color otoñal. Esa sábana de hojas, que para los árboles ya no sirven, lejos de ser un residuo inservible, son aprovechadas por otra multitud de organismos como refugio, alimento… hasta ser degradadas en nutrientes que alimentarán al árbol de nuevo. Cerrando un círculo que nunca termina. Y es que, en la naturaleza no hay residuos, sino que todo son recursos. La naturaleza es circular y eso es lo que el ser humano debe imitar.
El modelo lineal actual no funciona
Hay que remontarse unos 250 años atrás, a la primera revolución industrial, donde se inició el modelo productivo que aún seguimos utilizando hoy día, y es un modelo de economía lineal que se basa en extraer, fabricar, comprar, usar y tirar, como si los recursos del planeta fueran infinitos. Y esta manera de producir y consumir es claramente insostenible a largo plazo porque se consumen los recursos a un ritmo mucho mayor del que pueden renovarse.
Un sistema basado en producir mucho para consumir mucho lleva a conductas tan extremas como la obsolescencia programada, diseñar productos para que se estropeen en un tiempo determinado y así tener que volver a comprar.
Este modelo lineal, tiene enormes impactos ambientales, como ya se hace patente con la sobreexplotación de recursos, la generación de miles de millones de toneladas de residuos, la emisión de gases de efecto invernadero, etc.
Para que te hagas una idea, si todo el mundo viviera como un ciudadano medio de la Unión Europea se necesitarían casi tres planetas Tierra para obtener los recursos necesarios, según los cálculos que recoge un informe de Global Footprint Network .
La solución es un modelo circular basado en el ecodiseño
En la naturaleza, los residuos son aprovechados como recursos y la basura no existe. Y en esto se inspira la economía circular, en imitar a la naturaleza para aprovechar los recursos al máximo y ser lo más eficiente posible.
La economía circular es un modelo de producción y consumo que pretende cerrar el ciclo de los productos y mantenerlos en uso dentro de la economía tanto como sea posible, reduciendo así la generación de residuos, el consumo de recursos y energía, además de crear empleo verde de calidad.
Esto implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar, reciclar… La economía circular comienza en la propia concepción del producto, porque en la etapa de diseño se determina el 80% de los impactos ambientales de un producto o servicio. Por lo tanto, hay que diseñar teniendo en cuenta los aspectos ambientales, lo que se conoce como ecodiseño.
¿Qué consigue el ecodiseño? Entre otras cosas, que se necesite menos cantidad de material para fabricar el producto, reducir las sustancias tóxicas que contiene, conseguir que sea fácilmente reparable, que se pueda reutilizar o que se pueda reciclar o compostar una vez se convierta en residuo, etc.
Un caso cotidiano en el que puedes implementar la economía circular, es, por ejemplo, al adquirir un teléfono móvil. Existen varias alternativas, y una de ellas es optar por dispositivos ecodiseñados como Fairphone, un teléfono modular que permite sustituir partes separadas para actualizarlas y/o repararlas uno mismo. Si tienes que cambiar la batería porque ya no funciona bien, puedes cambiarla. O si se te rompe la pantalla también la puedes cambiar fácilmente, o el puerto usb de carga, etc.
Opciones para alargar la vida útil lo máximo posible
A lo largo de las distintas etapas del ciclo de vida de un producto, se pueden plantear diferentes estrategias para mantener los materiales dentro del ciclo el máximo tiempo posible. Por ejemplo, en la etapa de uso, se puede contemplar la reparación, reutilización o remanufactura.
El reacondicionamiento de productos, tanto de tecnología como otros, es una práctica cada vez más habitual, que además de ser buena para el planeta, lo es para tu bolsillo. De hecho, los teléfonos reacondicionados ya suponen entre el 6 y 7% de las ventas totales de móviles en Europa. Entre sus beneficios destaca que es incluso un 60% más barata, con garantía y con muchos menos impactos ambientales. Por ejemplo, cuando compras un dispositivo reacondicionado de media evitas la emisión de 50kg CO2, la generación de 140kg de residuos y el consumo 460l de agua que supondría la fabricación de uno nuevo.
Todas estas estrategias están encaminadas a evitar que el producto se convierta en residuo, y una vez el producto llega al final de su vida útil, es ahí y no antes, cuando se contemplan opciones como el reciclaje para que se puedan aprovechar esos residuos como recursos e incorporarlos al inicio del ciclo. Es importante que sepas que el reciclaje forma parte de la economía circular, pero la economía circular no es solo reciclaje.
Sólo imagina que, si se miran los procesos de manera más global, en cada fase se puede tener en cuenta la siguiente. Por ejemplo, en vez de pensar en producir más, se puede pensar en producir mejor gracias al ecodiseño y al desarrollo de nuevos modelos de negocio, haciendo un sistema mucho más eficiente y con menos impactos ambientales.
Aplicar la economía circular conlleva una cantidad enorme de beneficios, tanto ambientales, como sociales y económicos. Reduce el consumo de recursos naturales vírgenes, las emisiones de gases de efecto invernadero, la generación de residuos, la dependencia de materias primas (muchas de ellas críticas) y se estima que genere 700.000 puestos de trabajo para el 2030 solo en la UE.